
Perfecto Dios encima del ring, imperfecto mortal fuera de él, esto es un homenaje al gran Carlos:
“Monzón recula, avanza, golpea, engancha. Pega al saco una y otra vez, con vehemencia, un impacto por cada recuerdo de triste infancia. Iracundo destroza combates, lauda estrategias plausibles. Mete, ¡mortífera diestra!, ante estéril siniestra de un rival que cae quebrado. Su auto vuelca, Monzón noqueado; los argentinos, cabizbajos, lloran desconsolados
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